Hola amigos, tras un breve paréntesis y tratando de
adaptarnos al periodo laboral pasamos a analizar los tiempos malgastados en los
restaurantes y cafeterías de los intercambiadores. Cuando hablamos de
malgastados, hago referencia a la pésima calidad del producto y el elevado
precio del mismo.
El público español, habitualmente, es una persona
acostumbrada a una calidad bastante elevada a la hora de comer o hacer la
compra. Pero a la hora de viajar la cosa varía, debido a los controles de
acceso y a que no siempre se puede escoger la hora para viajar por precio o
destino, en muchas ocasiones se te exige comer, o por lo menos engañar al
hambre, en una estación o en un aeropuerto, en los que te ves sometido a
tortillas de patatas de plástico a precio de una ración de rotos en Lucio,
fruta por piezas a precio de kilo o pasta sobrecalentada a un precio
desorbitado. Con un poco de suerte hay una franquicia de comida rápida que “sabes
lo que comes” y tiene el mismo precio en la puerta del Sol que en la T4, pero
no siempre se da el caso y esto no solo repercute en el bolsillo y en nuestro
paladar, también tiene una gran efecto en el turista extranjero, que antes buscaba
sol y playa y ahora busca el sol, la playa y nuestra gastronomía, y una de las
primeras situaciones que se le presentan es tomarse un café mal hecho o una
tostada con jamón parecido al chóped a un precio nada parecido con la realidad.
Puedo comprender que exista un precio elevado debido a las condiciones de una
concesión, pero lo que no puedo comprender ni apoyar es la falta de calidad,
cuando es uno de los fuertes y de los reclamos para nuestros turistas.
Tenemos que tratar de mejorar la calidad de nuestros
servicios y que la primera sensación sea agradable y no de decepción.
Por lo que mi decisión final no es otra que no apoyar a
estos negocios, dejar la maleta en las consignas y cruzar la calle para tomar
algo en condiciones.
Muchas gracias por vuestro tiempo.
Un saludo,
Carlos F.Z.
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